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Ex-coach Li Tie receives lengthy sentence for bribery in China

Li Tie, quien dirigía anteriormente al equipo nacional masculino de fútbol de China, ha recibido una condena de 20 años de cárcel por su participación en sobornos y corrupción, según informan medios estatales chinos. Este caso de alto perfil se enmarca en la campaña anti-corrupción del Presidente Xi Jinping, que ha abarcado diferentes sectores como los deportes, la banca y las fuerzas armadas. A principios de este año, Li admitió haber recibido y ofrecido sobornos, además de haber estado implicado en arreglos de partidos.

Li, quien en su pasado jugó profesionalmente para el Everton en la Premier League inglesa y formó parte del equipo que representó a China en su única participación en la Copa Mundial de la FIFA en 2002, confesó haber recibido sobornos que superan los $16 millones. Los delitos ocurrieron entre 2015, cuando trabajaba como entrenador asistente en el Hebei China Fortune Club, y 2021, el año en que renunció como entrenador principal del equipo nacional. A cambio de estos pagos, Li supuestamente utilizaba su influencia para seleccionar a ciertos jugadores para el equipo nacional y ayudar a los clubes de fútbol a obtener victorias.

Este reciente escándalo ha puesto en duda los ambiciosos planes de China para convertirse en una potencia en el fútbol mundial. La sentencia de Li llega tras la encarcelación de varios individuos destacados en el fútbol chino, como Chen Xuyuan, el ex presidente de la Asociación China de Fútbol (CFA), quien recibió una condena de cadena perpetua a principios de este año por recibir $11 millones en sobornos.

This latest scandal has cast a shadow over China’s ambitious plans to transform itself into a powerhouse in global football. Li’s sentencing follows the imprisonment of several other prominent figures in Chinese football, including Chen Xuyuan, the former president of the Chinese Football Association (CFA), who was sentenced to life imprisonment earlier this year for accepting $11 million in bribes.

La carrera de Li Tie representa una caída drástica desde la gracia. En su día, fue aclamado como uno de los futbolistas más destacados de China, acumulando 92 partidos con la selección nacional, y se convirtió en un símbolo de esperanza para el fútbol chino. Sin embargo, su periodo como entrenador estuvo empañado por acusaciones de corrupción y favoritismo. En marzo, Li confesó públicamente su culpabilidad durante un documental sobre anticorrupción emitido por la televisora estatal CCTV, pidiendo disculpas por sus actos.

Li Tie’s career trajectory reflects a dramatic fall from grace. Once celebrated as one of China’s most prominent footballers, with 92 appearances for the national team, Li became a symbol of hope for Chinese football. His coaching tenure, however, was marred by allegations of corruption and favoritism. In March, Li publicly admitted his guilt during an anti-corruption documentary aired on state broadcaster CCTV, apologizing for his actions.

Aunque la disculpa de Li fue ampliamente difundida, hizo poco por calmar el enojo del público. Las revelaciones de corrupción dentro del deporte han minado aún más la confianza en el fútbol chino, que durante mucho tiempo ha lidiado con problemas sistémicos, como un bajo rendimiento en el ámbito internacional y la falta de desarrollo a nivel base.

Li’s apology, though widely publicized, did little to quell public outrage. The revelations of corruption within the sport have further eroded trust in Chinese football, which has long struggled with systemic issues, including poor performance on the international stage and a lack of grassroots development.

La condena de Li es parte de una campaña más amplia de lucha contra la corrupción que ha atrapado a numerosos funcionarios y jugadores dentro del ecosistema del fútbol chino. A principios de esta semana, tres exfuncionarios de la CFA también fueron sentenciados a prisión por sobornos, sumándose a una lista creciente de detenciones e investigaciones que han sacudido el deporte.

Li’s conviction is part of a broader anti-corruption campaign that has ensnared numerous officials and players within the Chinese football ecosystem. Earlier this week, three former CFA officials were also sentenced to prison for bribery, adding to a growing list of detentions and investigations that have shaken the sport.

El fútbol en China ha sido testigo de campañas anticorrupción similares en el pasado. En 2010, varios jugadores, árbitros y funcionarios fueron encarcelados por arreglo de partidos y otras actividades ilícitas en una ofensiva liderada por el entonces Vicepresidente Xi Jinping. Aunque esa campaña se consideró un punto de inflexión, la reaparición de escándalos de corrupción revela los desafíos profundamente arraigados que enfrenta el fútbol chino.

Rowan Simons, autor de Bamboo Goalposts,

, un libro sobre el desarrollo del fútbol a nivel base en China, ha señalado que la actual ofensiva tiene una similitud notable con la de 2010. “La única diferencia ahora es la enorme cantidad de dinero involucrado”, comentó Simons en una entrevista con BBC Chinese. A pesar de la mayor inversión financiera en el fútbol durante la última década, los problemas sistémicos persisten, lo que hace que sea difícil lograr una reforma significativa.

, a book about grassroots football development in China, has noted that the current crackdown bears striking similarities to the one in 2010. “The only difference now is the sheer scale of money involved,” Simons said in an interview with BBC Chinese. Despite the increased financial investment in football over the past decade, systemic issues persist, making meaningful reform difficult to achieve.

Los escándalos han revelado cómo la corrupción ha debilitado el desarrollo del fútbol en China. Los esquemas de soborno descritos en el caso de Li ilustran hasta qué punto el beneficio personal ha prevalecido sobre el mérito y la competencia justa. Al aceptar sobornos para seleccionar a ciertos jugadores e influir en los resultados de los partidos, Li y sus asociados pusieron en riesgo la integridad del deporte, disminuyendo aún más la confianza del público en su futuro.

Las revelaciones también señalan problemas estructurales más amplios dentro del fútbol chino. A pesar de las considerables inversiones en infraestructura, academias juveniles y contratación de talento extranjero para entrenadores, el deporte no ha logrado ofrecer resultados. El equipo nacional de China ha tenido dificultades para competir a nivel internacional, y las ligas locales han enfrentado desafíos como la inestabilidad financiera y la disminución del interés de los aficionados.

Los críticos sostienen que el enfoque en reformas de arriba hacia abajo, impulsadas por iniciativas gubernamentales, no ha abordado los problemas de base que son esenciales para construir una cultura futbolística sostenible. El énfasis en obtener resultados rápidos ha llevado con frecuencia a una mala gestión y corrupción, como lo demuestran las recientes condenas.

Critics argue that the focus on top-down reform, driven by government initiatives, has not addressed the grassroots issues that are essential for building a sustainable football culture. The emphasis on quick results has often led to mismanagement and corruption, as evidenced by the recent convictions.

Las ambiciones del presidente Xi Jinping para el fútbol chino han sido un pilar fundamental de su visión más amplia sobre la influencia global de China. Desde 2011, ha delineado sus “tres deseos” para el deporte: que China vuelva a clasificarse para la Copa del Mundo, que aloje el torneo, y eventualmente, ganarlo. Estos objetivos han impulsado una inversión masiva en infraestructura futbolística y desarrollo de talento, con gobiernos locales y empresas privadas inyectando miles de millones en el deporte.

Sin embargo, los escándalos de corrupción han puesto de manifiesto la desconexión entre estas elevadas ambiciones y las realidades sobre el terreno. Aunque China ha avanzado en la construcción de estadios de última generación y en la atracción de jugadores y entrenadores extranjeros de renombre, la falta de transparencia y responsabilidad dentro del sistema ha obstaculizado el progreso.

However, the corruption scandals have highlighted the disconnect between these lofty ambitions and the realities on the ground. While China has made strides in building state-of-the-art stadiums and attracting high-profile foreign players and coaches, the lack of transparency and accountability within the system has hindered progress.

Un problema recurrente

La repetición de escándalos de corrupción en el fútbol chino sugiere que los problemas subyacentes son más profundos que la mala conducta individual. Los expertos sostienen que se necesita una reforma sistémica para abordar los problemas estructurales que han permitido que la corrupción prospere. Esto incluye mejorar la gobernanza dentro de la CFA, aumentar la transparencia en la selección de jugadores y el arbitraje de los partidos, y fomentar una cultura de responsabilidad.

The recurrence of corruption scandals in Chinese football suggests that the underlying issues run deeper than individual misconduct. Experts argue that systemic reform is needed to address the structural problems that have allowed corruption to thrive. This includes improving governance within the CFA, increasing transparency in player selection and match officiating, and fostering a culture of accountability.

El camino por delante

La sentencia de Li Tie marca un momento crucial para el fútbol chino, mientras el deporte lidia con las secuelas de los escándalos de corrupción. Para muchos, el caso actúa como un claro recordatorio de los desafíos que enfrenta el fútbol chino en su esfuerzo por alcanzar sus elevadas ambiciones. Aunque la campaña anti-corrupción ha puesto de relieve el compromiso del gobierno para erradicar las malas conductas, también enfatiza la necesidad de reformas más profundas y sistémicas.

El camino a seguir necesitará más que condenas de alto perfil. Para reconstruir la confianza y fomentar un progreso genuino, el fútbol chino debe abordar los problemas estructurales que han permitido que la corrupción prospere. Esto incluye invertir en el desarrollo a nivel base, asegurar una competencia justa y crear un marco de gobernanza transparente y responsable.

The path forward will require more than just high-profile convictions. To rebuild trust and foster genuine progress, Chinese football must address the structural issues that have allowed corruption to flourish. This includes investing in grassroots development, ensuring fair competition, and creating a transparent and accountable governance framework.

As China reflects on the lessons from Li Tie’s case, the hope is that this moment of reckoning will pave the way for a brighter future for Chinese football. However, achieving this vision will require sustained effort, not only from government officials but also from players, coaches, and fans who share a common goal of elevating the sport to new heights. Whether China can overcome these challenges and realize its football aspirations remains to be seen, but the journey ahead will undoubtedly be a difficult one.